Hoy tuve una cita conmigo, con mi soledad, con el color verde de las nubes de los ojos que no paraban de llover.
Hoy decidí quererte un poco menos y decidí quererme un poco más. Se me olvida el amor propio cuando es cuestión de dar.
Decidí que a los que juegan a perderme, hay que dejarles ganar, duele cuando algo termina, pero duele más aferrarse a eso que ya no existe, que soltarse, que nadie trae serenatas ni flores, que solo traen problemas.
Problemas de corazón, no de esos que el médico te cura. Hablo de esos problemas en los que tienes que bañar al corazón en tequila y añadirle una pizca de sal y unas gotitas de limón para que sean más llevaderos.
Lamento haber mostrado mis sentimientos a personas que no merecían conocerme de esa manera.
Hoy tuve una cita conmigo para hacerme comprender, de una vez, que no me buscan porque no me echan de menos, y si no me echan de menos, es que no me quieren.
Que yo decido quien se queda en mi vida y quien se larga.
Que esas personas que te tratan como opción no hay que darles prioridad.
Que quien mucho se ausenta, pronto deja de hacer falta.
Y aquí estoy con los ojos más abiertos que nunca, un poco más rota pero un poco más lista.
Porque no me voy a conformar con estar esperándote, no me voy a conformar siendo casi feliz contigo a medias, lo quiero todo y si no es así, no quiero nada.
Hay un dicho que llevo marcado a fuego, que me repito todos los días como hoy. "Para que una estrella nazca, hay una cosa que debe suceder: una nébula gaseosa debe colapsarse, así que colápsate, desmorónate, porque esta no es tu destrucción, es tu nacimiento"
Y la verdad, no sé si es cansancio, resignación o madurez, pero hay cosas que ya no quiero soportar más.
Así que con el lazo que me tapaba los ojos me recogí el pelo y ahora estoy mucho más guapa y menos ciega.
Catarsis.
