"Pero, cuando estaba en casa siempre permanecía en otra habitación.
No me pegaba, pero un día podía ser atento, cariñoso y estar presente y al otro día distante frio y agresivo.
No me pegaba, pero era frío y distante física y emocionalmente me devaluó y usó el sexo como castigo.
No me pegaba, pero me ilusionaba con promesas que nunca cumplía.
No me pegaba, pero invalidaba mis emociones y mi percepción de las cosas, que exageraba, que me lo imaginaba.
No me pegaba pero le hablaba mal de mí a la gente, les decía que estaba loca, y le hacía vivir un infierno, que yo vivía en las nubes, que no lo escuchaba y no le daba libertad, cuando hacía lo que quería siempre.
No me pegaba pero era mezquino con el dinero, siempre decía que no tenía y yo terminaba haciéndome cargo.
No me pegaba pero nunca me concedió un día especial, fue omiso en aniversarios y fechas relevantes, hasta se llegó a inventar que ninguno de mis amigos podía asistir a mi falsa fiesta sorpresa.
No me pegaba pero nunca admitía responsabilidad alguna en lo que hacía y siempre terminaba haciéndome sentir culpable y hasta pidiéndole perdón.
No me pegaba pero nunca me decía un halago, en cambio se la pasaba hablando de los bonitas, capaces o inteligentes que eran otras mujeres.
No me pegaba pero me hacía daño con sus actitudes, dejándome llorar toda la noche mientras me ignoraba y se regocijaba en mi dolor."
NG
No me pegaba, pero eso que hizo también mata.
Y a mí no será.
