Él dependia de Ella. Él sabia que si no estaba ella a su lado no podría continuar. A él se le hacía tan fácil quererla. No entendía por que. Lloraba por ella. La echaba de menos. La queria por encima de todas las cosas. Podría dejar todo lo que tenía por estar a su lado. Ella era la niña de sus sueños. Se sentía impotente al tenerla tan cerca y no poder darle todo lo que le queria entregar. Quería conservarla para siempre. Pasaba las noches pensando en como tenerla y no dejarla nunca. El tiempo pasaba. Cada vez quedaba menos, pero cada vez estaba más enamorado. Su corazón casi se salía del pecho. Quedía tenerla eternamente a su lado. Quería abrazarla. Quería besarla. Quería tantas cosas. Sentía tantas cosas. Y el día tras día seguia siendo fiel a su princesa. Para él nadie era tan perfecta. Nadie era tan preciosa. Nadie tenía una sonrisa igual de bonita como la que tenía ella. Ella. Era su mundo. Era su universo. En su cabeza rondaban tantos pensamientos. Había días que se deprimia. Se hundía. La necesitaba tanto. No sabía como hacer ya para seguir su camino. Sus lágrimas caían poco a poco y se empezaba a odiar a si mismo. Una tarde sentado en un banco, como siempre, pensando en su niña, vio que el contorno de una persona se acercaba poco a poco a él. El sol no le dejaba definir a esa misteriosa persona. Pero a pesar de eso cada paso que daba, sentía que era ella. Cada vez estaba más seguro. Hasta que llegó a ver por fin el rostro de esa niña que tanto queria frente a él. Penso que era un sueño. Pero aun así no quería despertar. Se sentó a su lado. Le cogío de la mano y se dejarón llevar por los sentimientos...

Brenda Alén

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