Oh Cupido.
Amor, tienes fama de proporcionar dicha y desdicha y, la mala suerte venga conmigo, he encontrado lo segundo. Amo y soy amada pero ¿por qué, oh gran Cupido, separas con distancia irreparable este sentimiento? 278 noches me he dormido mecida por Amor y esta noche, oh Señor mío, ¿por qué esta noche no duermo de sufrimiento? Me pregunto por qué castigas a mi pobre corazón de tal forma, si el único pecado es el que tu le has mandado: amar. ¿Por qué incitas a que acaba esta llama de amor que tu mismo nos has proporcionado? Ahora soy esclava de sus sonrisas y mi felicidad depende de él; y te replico, oh gran dios, ¿por qué le llenas de penuria para torturarnos a ambos? Te digo fielmente que nunca le dejaré de amar, que no quiero otro hombre con el que pasar el resto de mi vida, que es él la llama de mi fuego, esa sombra sin nombre que habitaba en mi corazón y ahora al fin tiene personalidad. Por ello, oh Cupido, te ruego que acabes con estas penurias y dotes a su corazón del color y la dicha que solía tener, y con ello también volverá mi alegría. 24-10-14
