Querido Felipe el Loco:
Todavía no sé cómo empezar a escribir esta carta. He usado nuestros nombres en clave, sí, esos que solo tú y yo sabemos que se refieren a nosotros.
Me han dicho que estás muerto pero yo no quiero creérmelo. Según mi prometido al despertar no te encontraron a bordo; yo creo que antes de acostarse, él ya sabía que no estabas.
No conozco la verdad pero no puedo creer eso de que te cayeras o te suicidaras, no después de anoche. Todavía ardo en deseo al recordar la habilidad de tus manos y los cumplidos de tu mirada y estoy segura de que mi prometido también arde por ello, pero de furia. Yo sé que no te asesinó, es demasiado cobarde para ello. Por eso tienes que volver, ya sabes nuestro destino, apresúrate, tenemos que impedir esta horrible boda. Confío en que vives, ni siquiera el mar podría impedir nuestro amor, tus labios así me lo demostraron anoche.
Tengo que despedirme, he de encontrar una botella de cristal vacía antes de que amanezca. Espero que las olas del mar se porten tan bien con ella como tengo la esperanza de que se portaron contigo.
Te quiere, tu Juana la Hermosa. 09-01-16
