Abrí mis ojos como platos, me sudaban las manos y las axilas, sentí un pequeño ataque cardíaco. Esta vez estuvo a punto de salirse de control. Sé que no debía de hacerlo, pero no puedo evitarlo. Cada vez que tengo la oportunidad me debato entre la seguridad y la tentación, me sumerjo en una guerra interna. Sé que no debería, pero ese cosquilleo que siento en el pecho no desaparecerá hasta que lo haga. ¡Maldición! Algo debe de estar mal en mi cabeza, o será que nací sin sentido común, o sin fuerza de voluntad (RISAS)… Que importa, al final es mi vida. Que se metan en sus asuntos los que me crean un rebelde.

Entonces, me meso de nuevo, volteo a ver a mi madre que pone cara de espanto, tiene una mirada de circunstancias, hace un gesto de desaprobación, y dice – ¡Bueno! ¡No vas a entender hasta que te vayas para atrás con la silla!

El vacío.

TabrizSeguir Autor Recomendar Texto Agregar a Favoritos