Lunar en el cielo oscuro vestido de madrugada,
cálida canción de río en la sultana morada.
Despiertan los duendes dormidos de las añejas voces,
sucumbiendo a sus embrujos, las pieles buscan los roces.
Hipnotizan las murallas al pensador con turbante,
siglos enamorados por el sol de un beso amante.
Estallan en los balcones sus mágicas primaveras,
se pavonean las flores dando sombra a las aceras.
Cuando las campanas suenan sobre los rojos tejados
tiemblan sábanas blancas frente a un espejo dorado.
Y hasta por alegrías suenan las soleares
al ver pasar por las calles esos abrazos a pares.