No ha lugar a la redención
ni al perdón de los expoliados,
no cabe en cabeza humana
el hacer vil de la canalla
generación tras generación.
Humanidad que apesta a podrida,
almas envilecidas por el ansia,
por el poder, por la avaricia,
por aspiraciones políticas,
siegan vidas sin medida.
No se puede licuar la sangre,
sangre arrancada y coagulada,
imposible devolver vidas,
vidas rotas y arruinadas,
si el robar les abre el hambre.
Mandatarios que se dicen insolventes,
vigilantes a los que nadie vigila,
criminales que asesinan por salarios,
salarios sangrantes y bastardos
por masacrar gentes inocentes.
Es posible, aunque no lo vean mis ojos
que algún día triunfe la justicia,
que pague sus pecados la morralla,
que sea barro la sangre derramada,
y que renazcan flores de esos lodos.
Y si no, ¡¡a por ellos!!