Por incumplir la promesa de candar mi corazón
he sido la fácil presa de una reluciente luna,
que me atrapó entre sus brazos como a un niño que se acuna,
randándome la razón.
Sus besos de terciopelo se tornan en dentelladas,
el aroma de su sexo en chanel número diez
que, al igual que la farlopa, dejó mi mente enganchada,
pero con más rapidez.
Aunque no la tengo cerca siempre camina a mi vera,
cuando miro a otras mujeres, ninguna parece hermosa,
pues cuando ya estaba muerto, metiendo verso en mi prosa,
encendió mi primavera.
Ahora que el verano viene tocará sufrir un poco,
el sopor tiene querencia por atontar la pasión,
mas confío tanto en ella, que aunque me tachen de loco,
clamaré por su calor.