Pluma de cuervo injertada en gaviota,
animal de subsuelo que sin quererlo vuela,
aliada de Satán, seductora de Dios,
locura sexual
cordura de la sinrazón,
sus versos destilan amor
del que no queda bien,
del que acaba en dolor,
en dolor de desgarro de himen,
en dolor del corazón desvirgado
que dormía en mi interior.
No hay defensa posible contra su ardor,
ese ardor de tripas abrasadas
por su fuego de Hada
que arranca el pellejo a mi alma,
que me besa en el vientre,
que me convierte en nada,
que traspasa los dientes.
Mirada de ángel caído que no alcanza el suelo,
poeta del amor a lo incorrecto,
auto abastecedora de semen
que con sangre derrama en cada verso,
que preña el papel y lame mi frente,
que regala mi oído y describe su cuerpo.
Su violenta ternura condenó a Job,
hace que los huesos se abran en canal,
lameré donde pise,
seré su sombra, su alfombra, su can,
el olor de su mano seguiré hasta el final,
que por mamar lo que escribe
me bebo la mar.