Reinaba un silencio absoluto, roto tan solo por una leve respiración tenue y tranquila procedente de un cuerpo tumbado. Se rompió el silencio, sonó el despertador. El cuerpo se levantó sorprendido y sobresaltado, pero al instante pudo darse cuenta de que aquel no era el sonido habitual que lo solía despertar cada día. Aquel debía ser un día diferente, especial, pues no cambiaba la melodía de no ser el caso. Tras esta breve reflexión pudo percatarse de otro detalle, enfrente de él no se encontraba su armario, tampoco se podían apreciar sus cuadros ni posters. Aquella no era su habitación, más le resultaba de gran familiaridad.

Fué al girar la cabeza cuando todo tubo sentido, no estaba solo en aquel cuarto, había otra respiración que aún se mantenía tranquila. No daba crédito a sus ojos y los restregó con fuerza por si seguía soñando. Era real, era ella por fin en casa después de tanto tiempo separados, era ella la que se hallaba a su lado. Pasaron breves instantes mientras miraba perdido en el techo, sonrió y se colocó de costado para abrazarla lentamente y no despertarla.

Puede que solo transcurrieran 2 o 3 minutos, pero en 2 o 3 minutos ese joven muchacho se convirtió en el más feliz de la tierra solo por tener a la chica que ama a su lado tras tantos kilómetros entre ellos. En esos 3 minutos o menos se dio cuenta de que, efectivamente, aquel sería un día grande. Aquel día, serían felices, juntos por fin.

Tibu3Seguir Autor Recomendar Texto Agregar a Favoritos