Si hay alguien
que sabe hablar del tiempo
es el ciruelo,
quien todos los agostos
nos advierte primaveras que vendrán.
Sin que nadie le pregunte ni lo espere
él se llena de pimpollos
que le brotan como granos en la cara
de adolescente hormonal.
Duran poco, por supuesto
pues se vienen las tormentas
y granizos,
y se ocupan de bajarle
con las flores
la alegría sin piedad.
Pero poco nos importa
cuando sabemos mirar,
porque el daño que le hace
en su soberbia al invierno,
hecho está.
Bonito y sentido homenaje a algo que se suele pasar desapercibido y que en verdad siempre nos avisa. La naturaleza y sus millones de formas, sean vegetales o animales, en el aire o desde la misma tierra.
Un placer amigo es leerte de nuevo y, espero, mas seguido.
Antonio