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Y de Vuelta Ha Venido la IlusiÓn

Ha comenzado, ha vuelto a empezar de nuevo. ¿El qué?, os preguntaréis. Pues bien amigos y amigas... me estoy volviendo a enamorar.
¿El principio? Un correo en el trabajo, con el que ni siquiera podría imaginar que una historia saliera de ahí, y menos, esta historia.

"¿Quién es este chico? ¡Que borde y prepotente es! ¡Me cae fatal!", esas fueron mis primeras palabras acerca del "chispas", como le llaman en mi oficina. Un jefecillo de departamento que se las trae como si él fuera el mejor... nada más lejos de la realidad, porque caiga bien o caiga mal, hay que admitir que el tipo es un crack en lo que hace.
En definitiva, esas fueron mis primeras palabras de él.

Pero antes, debo poneros en contexto, ¿os acordáis de el otro chico de mis posts? Estamos juntos, llevamos casi 5 años, 3 viviendo juntos y desde hace dos con una relación que se muere, desde antes de esta maldita pandemia. ¿Y por qué? No tengo ni la más remota idea, solo sé que yo he tenido que ir al psicólogo, pensando que era yo la que estaba estropeada, empezó la pandemia y lo que me provocó fue encerrarme más en mi misma, hasta acabar con un cuadro clínico depresivo, con trastorno de despersonalización y sintiéndome estropeada, llegándome a autoinflingir lesiones, no graves, pero cuando me daban esos ataques de pánico, dejaba de ser yo, no me reconocía. Llegué a un punto de inflexión en el que mi doctora de cabecera que transfirió a la unidad de salud mental, donde me diagnosticaron lo antes explicado arriba. Llevo desde agosto con tranquilizantes y antidepresivos, y, por desgracia, muchos y muchas de vosotros entenderéis de qué hablo cuando digo que se pasa fatal las primeras semanas de tratamiento. Te sientes vacío, sin propoósito en esta vida, quieres que acabe... Pues dejarme deciros que esas semanas, las pasé yo sola, porque mi pareja decidió que un amigo estaba mal (que no digo que no fuese cierto), pero ese amigo tenía familia, mujer e hijo, y que en otras circunstancias no me habría importado, pero sintiéndome como me sentía, eso lo hizo peor.
Después de haber salido de eso yo sola, y sí, sintiéndome algo mejor, seguía encerrada, sin hacer planes con nadie, no creía que nadie mereciese tener a una persona como yo al lado, en el mal sentido para mí. No tenía ganas de ser divertida, ni dar conversación. En mi trabajo, la gente joven empezada a salir en grupo, al que siempre me invitaban, o bien a tomar algo o a jugar al pádel (no se me da mal ;)), pero siempre me negaba... hasta que un día ¡click!, dije que no quería seguir siendo así, y me animé a una pequeña partida con otro chico, el cual me dijo que se uniría otro amigo y este chico tan prepotente... "¡menuda suerte tener que aguantar a este el primer día que me digno a socializar!"

Y así comenzó, con esa partida al pádel de la que salí con la cara dolorida de reír. Hacía mucho que no lo pasaba tan bien.
A la semana siguiente me cogí vacaciones, simplemente para estar en casa... Pero no pasaba un día en el que el pique por el grupo de haberle ganado no fuera orden del día. "Cojo" "Viejo" eran mis muletillas, el chico es mayor que yo, no mucho, un par de años más que mi hermano, por lo que me habían contado y... tenía un hijo. Yo no estaba buscando nada, simplemente mi percepción de él había cambiado y me caía muy bien.
Uno de esos días, me agregó a Instagram, solo para saber cuántos años tenía "27 y muy bien llevados, no como otros...", fue mi respuesta. Un tema llevó a otro y descubrimos que tenemos gustos parecidos, motos, coches... eso está bien, alguien con quien hablar por fin.
Otro día quiso la revancha, les volvimos a ganar, obviamente, y después decidimos salir a tomar algo, era un viernes por la noche, y bajamos a cenar y a tomar algo. Tuvo detalles muy caballerosos conmigo, yo me había olvidado mi abrigo, y hacía un frío de morirse, sentados en una terraza se ofreció a dejarme su sitio que estaba detrás de una estufa. Más tarde, algunos de los que nos acompañaban decidieron probar en un antro de mala muerte al que yo me negué a entrar. Cuando lo vi parado a mi lado le pregunté "¿por qué no entras?", a lo que él respondió que no me iba a dejar sola. Esa noche a las tres, la que ahora es una de mis mejores amigas, su ligue, el chico borde y yo, acabamos en casa de este, ahí descubrí que se estaba separando de su mujer.
Jugamos a las cartas, nos reimos, yo le despeiné su tupé para picarlo... y al día siguiente decidimos que era buena idea jugar al padel, ¡después de estar hasta las 7 de la mañana en su casa!
Me costaba despertarme, por lo que él decidió escribirme por whatsapp. Ahí comenzó, fue ahí donde las conversaciones se volvieron diarias.
Unos días más tarde, él se contagió de COVID y estuvo 7 días en casa de cuarentena. 7 días en los que nuestras conversaciones iban a más... Me prometió una vuelta en moto cuando estuviera bien e hiciera sol, a lo que a mi, que me encantan las motos, me llenó de felicidad. Después de esto, me dijo que a ver si iba a hacerle compañía, a lo que yo respondí que si me daba el certificado de curación iba a entrenerlo con mi Nintendo Switch y el Mario Party. Ahí la conversación de tornó rara, ya que me dijo que a él, las rutas en moto le gustaban con amigos. "¡Sin problema! Si te sientes incómodo, podemos ir con quien quieras", "es porque no quiero malos entendidos" respondió, yo intenté sacarle hierro al asunto con humor y poco a poco se fue arreglando la conversación.

Ahora nuestras "citas" se tratan de quedar en la máquina de café para invitarnos, y cada día mis sentimientos por él iban a más. No voy decir que estea enamorada de él, apenas lo conozco, pero si tiene algo que me atrae muchísimo, siempre está picándome, dándome guerra, y eso a mí me encanta y por otro lado tiene esa parte dulce tímida que me da ganas de comérmelo. Hasta que... llegó el día. Mi ansiada vuelta en moto, para la que me había comprado chaqueta solamente para esta ocasión.

Fue un domingo, me metí casi 70km hacia el interior de mi comunidad para encontrarme con él, y ahí estaba, con su Ducati recién lavada. "¿Adónde vamos?", me preguntó, hasta que me pidió que subiera y comenzó a acelerar. Yo me agarraba a él, y cuando él veía que me soltaba un poco, volvía a acelerar para que volviese a rodearlo con mis brazos. Cuando yo me echaba hacia atrás para no pegarme tanto a él, él frenaba bruscamente para que volviera a ese sitio, pegados y abrazándolo - quien diga que una moto no es sexi, no ha vivido este momento-.
Volví a mi casa eufórica, el corazón me latía a mil por hora, y no era solo por el subidón de haberme montado en una moto. Cada día estos sentimientos van a más y me da miedo, pero al mismo tiempo, creo que no debo frenarme demasiado, ¿soy joven, no?

Esta semana me ha tocado a mi estar con COVID, y a él preocupado por mi, hablándome todos los días y haciéndome reír. Le he pedido otra
vuelta en moto para compensar esta semana de encierro... estoy deseando que llegue el día.

¡Os seguiré contanto cómo avanza esto!
Tsuki-ga-kirei14 de marzo de 2022

1 Comentarios

  • Beatrix

    Te mando muchos ánimos y suerte con este chico, tiene buena pinta.
    Saludos!

    15/05/22 12:05

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