Parado en la pedalera,
matándome un travesaño,
batiendo penas de antaño…
Quemando una vida entera.
Conejos de la galera
sacaste vos una noche;
la distancia, los reproches…
Y “sustancias” que envenenan.
Clamores de un alma en pena,
ecos de la eternidad.
¡Ay, cuánta fragilidad
sin los mundanos vivires!
Las rosas, los elixires
de la vida y del amor
no asoman al esplendor
de mi garcha entre tus tetas.
De la luna, del candor,
de lo que siento a tu lado,
ni alado ni desalado
hay ángel quizás, mi amor
que entienda la desazón
de un amante despechado.
Qué bueno leerte por acá!