Me quedé pegada al cristal que separaba tu vida de la mía, mientras veía desvanecerse ante mí los sueños no cumplidos y los que quedaban aún por soñar.
Miles de pétalos blancos aparecieron, no sé de dónde, y cubrieron el camino en el que ibas dejando las huellas de esta amarga despedida en la que no hubo más palabras que las que rompían en mil pedazos lo que hasta ahora había sido un solo corazón. No las entendí. Sólo noté cómo una lágrima, que resbalaba por mi mejilla, dejaba un amargo surco en el lugar en el que ayer se posaron tus dulces besos, y ya no pude mantener mi cuerpo erguido, y creo que me crecieron alas en la espalda que me llevaron detrás de ti en un vuelo infinito del que ya nunca quiero regresar.
Tu escritura es aut?ntica belleza, no me harto de repetirlo.
Un saludo.