Su color preferido,
que ahora siempre me regala su sonrisa, azul, como el mar, inmenso, como la distancia que se interpuso entre las dos, y que mi nado nunca logrará cruzar, tan sólo mi mente, y más aún: mi corazón, ahora azul, puede llevarme junto a ella, y traerme el aroma que emanaba la vida a su lado. Su sonrisa, siempre azul, es la mejor manera de recordar su amistad, azul, su color favorito, y que hoy, sin darme cuenta, viste mi cuerpo, y me trae, como ráfaga de viento, un soplo azul de tristeza, rematado con una gota de agua salada, que se escapó de mi mirada ausente, cayendo sobre el folio en el que escribo estas letras, azules, provocando un borrón sobre ellas, azul, claro, ¡cómo no!