Perdona que te despierten mis caricias en medio de la noche, pero juguetonas y traviesas, saltaron de mis ojos, que te observaban mientras dormías, a mis manos, y se escaparon por mis dedos buscando un rincón de tu piel donde posarse.
Perdona que te despierten mis besos en mitad de la oscuridad, pero vagaban inquietos por mis labios, con un solo destino al que acudir, que no era otro que tu boca soñando bajo este cielo estrellado que nos cobija, en esta noche en la que no logro conciliar el sueño y sólo puedo observar tu cuerpo que descansa junto al mío.
Perdona que te despierte mi abrazo en esta noche que a punto está de agotarse, pero no encontraban mejor lugar al que amarrarse en esta tormenta de suspiros que arremete contra mi pecho y que me deja con la respiración entrecortada al sentir que estás cerca de mí.
Perdona que no te diga nada cuando al abrir tus ojos, con sueños todavía flotando en ellos, me miraste y me regalaste una sonrisa, la primera de la mañana, toda para mí, que muda y temblorosa, no supe qué decir ni qué hacer, y sólo pude cerrar mis ojos, que durante toda la noche habían permanecido sobre tu cuerpo, y me perdí en el calor de tu pecho, mientras tus manos me atrapaban con caricias, que se transformaron en un abrazo, que se convirtió en miles de besos, que flotaban a nuestro alrededor y que me regalaron todo lo que durante la noche había soñado.