“¿Estás bien?” Tu boca dice; “Sí”, pero tu corazón late diciendo: “No”.
“¿Te pasa algo?”: “No”. Eso dicen tus labios, pero por dentro, el eco de tu garganta retumba diciendo: “Sííííííí…!”
¿Por qué a veces nos mentimos a nosotros mismos y sin poder evitarlo contestamos lo contrario de lo que sentimos?
Quizás se pueden ocultar los sentimientos, porque son algo tan propio, tan interno y tan nuestro, que son perfectos para una mentira piadosa, porque tienen la ventaja de que sólo nosotros sabemos la verdad. Es una propiedad privada, muy pero que muy privada. Hay evidencias que no se pueden negar, si está lloviendo, aunque nos gusta más o menos, cae agua del cielo, lo llamemos como lo llamemos. Si hace calor, lo podremos soportar mejor o peor, el caso es que ahí están los termómetros para medir la temperatura. Pero un sentimiento…esas sensaciones y estados de ánimos de cada uno…eso que se esconde tan dentro de uno mismo, y que sólo uno mismo sabe describir y sentir…eso se puede disfrazar, ocultar, distorsionar, falsear, etc, aparentando estar muy bien, cuando no lo estamos, y al contrario.
¡Qué complicado es el ser humano! Unos más que otros, por supuesto, pero ¿por qué no llamar al pan, pan, y al vino, vino? Como se suele decir…
¿Será el miedo a descubrir algo que no queremos? ¿Será pánico a escuchar lo que no deseamos oír? Porque parece que una vez que sale de nuestros labios un sí, o un no, se convierte de repente en algo real a lo que tenemos que enfrentarnos y afrontarlo, y a veces es más cómodo esconderse detrás de lo que nos gustaría sentir, en lugar de hacer frente a una realidad no deseada…

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