La mirada perdida, las manos vacías, los ojos llenos…de lágrimas…que caían por su carita, y despuntaban en la barbilla aterrizando en su pecho, ese que latía tan fuerte, y que se desplomaba por dentro observando su espalda…Se iba haciendo más pequeño con cada paso que daba, y se fue alejando con cada huella que dibujaba en aquella noche que se convirtió en día, en aquel camino que se convirtió en la infinita distancia que los unía. Con el paso del tiempo ella sólo conservó el recuerdo de aquella espalda, porque la última mirada hacia atrás, esos ojos que ella esperaba conquistar por última vez, nunca llegaron…Lo que ella no sabe es que alguien que venía de frente a él, le tendió un pañuelo blanco para recoger todas aquellas lágrimas que también despuntaban por la barbilla de aquel chico que, para entonces, ella veía solamente, como un punto en el infinito camino que siempre los uniría.

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