De orilla a orilla los brazos de la ciudad se extienden rígidos sobre la tierra
Para unir a los seres que en ella residen.
Ampliamente grises
Curvados en esquinas, en sombras de follajes verdes y amarillos,
Los boulevares redondean el cuerpo de veredas antiguas
Amigas todas de Gori.*
Dos enormes pulseras metálicas relucen sobre la laguna
Forjadas en atavíos agudos y poderosos.
En sus bases,
El agua repica soltando repetidos suspiros
Atardeciendo en compañía de viejos y nuevos pescadores.
La ciudad duerme al sol de la siesta,
Y en la noche espía a los amantes
Que sentados en la arena ríen
O simplemente se toman de la mano.
Julio, 2009.
*Humildemente a Gaston Gori, poeta santafesino
(Esperanza, 1915 = Santa Fe, 2004)