El rumor del río
no puede ser opacado
por la quietud fría de las rocas
y entre cantos de tricahues,
alharacos como siempre,
subí el Estero de La Sombra.
Las piedras albergaban
el paso terco del tiempo
y entre sombras y canelos
me fui adentrando en el silencio.
Una rama de colihue
flotando en el raudal
me recordó el vaivén
de tus caderas al bailar.
Y tu pelo, y tu pelo era el musgo
de los viejos roblecillos
y tus pestañas
las acículas rubias de los pinos.
¿Te das cuenta como estás presente
en la quietud de todos mis paisajes?
siento medios melancolikos los texto q estoy leyendo ; ?ste no es la esepci?n : me parece un poko la idea de dependencia emocional . algo as? como la mescla de de la belleza natural cn la melancol?a del amor .