Veinticinco años después, sigues siendo,
hembra mía, la celosa guardiana de mi nido
suculenta, salobre y tibia, te he conocido
mas falta todavía por irte comprendiendo.
Mi lengua te ha recorrido entera, rehecho,
como febril pintor que quiere fastidiarse
cubriendo telas todo el día, hasta fatigarse,
hasta sentirse, absorto y necio, satisfecho.
Te he dibujado hasta la fantasía,
con la punta de una lengua ya cansada,
pero, ya vez, tu sabor me extasía.
Tú sólo sonríes, segura, junto a tu dueño,
estirándote como una gata, confiada,
y ronroneas, hasta que te vence el sueño
Me he quedado conmovida, extasiada, celosa y envidiosa Silencio, ante tanta belleza.