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A Quienes Amé


I

Si tan solo se tratara de querer, si con solo desear se movieran montañas no tendría para qué escribir lo que escribo ni a quienes les escribo. Intentaré que el mensaje sea preciso, hoy me voy, decido que todo lo que llaman vida se termine y de algún modo debo despedirme, creo que es necesario hacerlo, por respeto a ustedes, por respeto a mí, el problema es que no sé cómo. Bueno ahí va:



Primero deben entender por qué me he demorado tantos años, veintitrés para ser más precisos, en tomar esta decisión. Y es que no es cosas de cobardes, eso cree todo el mundo, diciendo: “ah bueno, se mató porque no pudo soportar la vida, no supo enfrentar los problemas”, etcétera, etcétera. A ustedes les invito a pensar solo un minuto en hacerlo, ¿podrían? ¿Es así de fácil? Uno es quien decide hacerlo pero entonces miles de interrogantes pasan por tu cabeza.
Primero, soy un ser que cree en muchas cosas, pero en dios precisamente no, entonces… ¿creo en la vida después de la muerte? Probablemente no, pero es una posibilidad, imagina morir con el fin de que desaparezcan todos los problemas y te encuentras con que la vida sigue, entonces todos tus problemas siguen ahí en tu mente, por siempre y además no tienes la opción de solucionarlos, porque claro: “has decidido matarte”, además de seguir con este peso ahora también extrañas, porque quisiste quitarte la vida por muchas cosas malas, horribles, espantosas, desagradables, insoportables; pero bueno, también están a quienes amas, seres que aún recuerdas pero que dejaste, por absoluta voluntad.
Por otro lado hay un sentimiento egoísta que invade cada centímetro de mi cuerpo, alma, mente. Me mataré, está bien, pero mis amigos y familia seguirán acá, es obvio les dará pena quizás una, dos, hasta tres semanas, luego solo me recordarán y al cabo de unos meses todo continuará. TODO CONTINURÁ y sin mí, dirán que soy un ser humano ególatra y todo eso, pero no sé nada, absolutamente nada de la muerte, ¿y si consiste en vagar por siempre?, es decir, ver lo que todos hacen y no poder ser parte de eso. Estaría más triste aún, mis amigos tendrían la oportunidad de ser más amigos entre ellos y mi familia más familia, ¿y yo? Yo solo observaría… ESO, eso solo haría que mis ganas de morir fueran traspasadas a la muerte misma, “morir en muerte” o algo así.
Pero quizás nada de eso suceda, quizás todo sea distinto, y ese es mi último consuelo. Sé que la mayoría de ustedes buscan la vida eterna y esas cosas que admiro mucho, pero necesito que la muerte sea un simple “apagado de tele” el “fin” de una película o teleserie, que de pronto desaparezca cada dolor de mi alma, que mis ojos dejen de ver y mi mente de funcionar, solo un click que apague la vida. Un lugar donde no se reflexione, no se piense ni siquiera en morir. Que simplemente no puedas saber que fuiste “algo” en “algún lugar”, no poder hilar palabra, y por ende razonamiento. No quiero saber que es existir, solo quiero dejar de hacerlo. Dejar de existir.
Ahora que entienden un poco más lo que busco con mi muerte, me queda decirles que no busquen evitarlo, probablemente a estas alturas ya descubrí si se trataba de un simple apagón, la existencia de la vida eterna o el destino a la vagancia en el mundo terrenal. No se trata de deshacerme de ustedes, sino que de mí, o más bien liberarlos a cada uno de ustedes; quienes amo, de esta amargura que dejo cada vez que pronuncio una palabra. Mis penas y temores no tienen por qué ser sus penas y temores. Sé que cada cosa que detesto de este mundo son cosas que detesto de mí, no del mundo, incluso me considero un ser amante de la vida, pero es demasiado hermosa y completa como para desperdiciarla en cuestionamientos absurdos, miedos incomprensibles, vergüenzas vergonzosas y desamores que deben, TIENEN que ser amores. Esto último es lo que terminó de matarme, porque si bien soy yo quien me quito la vida, fue la vida misma quien decidió acabar conmigo; no ustedes, no yo; la vida.




II

Hasta el momento solo excusas de mi cobardía he logrado explicarles, créanlo o no intento buscar un por qué, escribirlo en una línea, dejarlo en una carta y simplemente huir, pero no, nunca son suficientes palabras. Para que entiendan debo comenzar explicándoles cómo iba mi vida, esa de la que hoy considero apartarme, quizás solo así comprendan porque la dejo, y no se la regalo a nadie.
Nunca he tenido muchos amigos, pero si los tengo, no soy de esos típicos personajes solitarios y depresivos de los libros y películas que me gusta ver, y eso ustedes lo saben. O eso me gusta creer, puede ser que si lo sea o de tanto ver películas y series con final feliz pensé que siendo un humano solitario atraería lo que quiero y “mi final” sería espectacular, pero no, tendré un final de un personaje secundario, ese que no te sabes el nombre pero te cae bien, ese que le da vida a la obra pero no es imprescindible, a quien el personaje principal ama, pero cuando se va de viaje la cámara no sigue con él, siempre se queda con los otros.
Bueno, la cosa está en que siempre ha habido gente a mí alrededor, mis amigos son parte importante de mi historia, más bien; mis amigos son mi historia. Desde el colegio la gente que me ha rodeado son seres a los que amo o amé, siempre pertenecí a un grupo y me sentí parte de algo. Para mí los amigos son pequeñas alegrías que van por ahí haciéndote sonreír cada minuto, cada segundo. Existen cosas en la vida que amo, y otras que amo un poco más, esas son mis amigos, y no me quejo. Si bien durante mi vida he teniendo diferentes amigos, siempre rompiendo y estableciendo nuevas relaciones, he tenido a quienes amar, los amigos no solo son y están, sino que interactúan, comparten, siendo entonces la vida misma.
Hasta acá todo es hermoso, solo un ser muy enfermo se mataría teniendo seres así a su alrededor, y es que un poco de eso tengo. El problema no son mis amigos, mis amigos son la solución. Pero, todos continúan, todos tienen planes, metas, sueños y amores, yo igual, pero mis planes, metas y sueños son con ellos y no me imagino con otros. ¿Comprenden? Cada ser humano que me rodea me ama, pero yo los amo demasiado. ¿Cuál es el problema? Que los amo… es decir, prefiero que se vayan al lugar más lejano del mundo si es que allá está su felicidad, ¿Pero yo? Yo no tengo donde ir… siento que en cualquier minuto me llamarán para decirme: “¡Hey me caso!” O “¡Oie, mañana me voy de viaje!” que se traducen en: “¡Hey! Mañana mi vida sigue sin ti, te veré una vez a la semana, luego una vez al mes, pero siempre podrás venir al cumpleaños de mi hijo” y en; “Sigo queriendo recorrer el mundo, pero ya no me importa tu compañía, encontré a alguien mejor, cualquiera es mejor. Yo cumplo mis sueños, tu sigue en tu casa.”
Entonces, ¿Cuál es mi mayor miedo? Que me dejen… ¿Lo han hecho? No. ¿Lo harán? Probablemente, pero como todos los seres humanos en el planeta, es decir, sin ninguna intención de olvidarme ni mucho menos, es la vida siendo vida, es la gente creciendo y cambiando, es todo lo que debe pasar y que no me pasa.
Un día, luego de hacer toda esta reflexión decidí que no me debía importar, que soy feliz con quienes tengo y eso me debería hacer f e l i z, y no un ser amargado y preocupado por lo que supuestamente pasará y no ha pasado (aunque sé que pasará, a todos les pasa, tiene que pasar. Si algún día les preguntan ¿Conocen a alguien que por ser feliz, muy feliz se puso triste? Bueno, sí; a mí.), decidí que para evitar esto necesitaba opciones, si todos se irían con el amor de sus vidas debía buscar el mío, pero fue entonces y solo entonces cuando me di cuenta de lo solo que se puede estar.




III.

Todos tienen a alguien, y personalmente no me importaba tenerlo, yo solo quería escribir, leer, cantar y hacer nada. Pero esa “nada” comenzó a traducirse en cosas, necesitaba gente a mi alrededor necesitaba una persona que fuese “mi persona”, de nadie más. Necesito a alguien a quien querer, necesito alguien por quien vivir.
Pero no es tan fácil, insisto: si tan solo querer fuese poder, podría muchas cosas, o quizás no las quiero con tantas ganas. NECESITABA a alguien, a cualquiera, pero que me amase, no me importaba si yo no podía amar, o al menos eso creía. Nunca se me ha hecho difícil mentir, no debe ser tan difícil decirle a alguien que lo amas, que es imprescindible aunque no sea así, en ese momento diría cualquier cosa, necesitaba que me amaran, debía ser “el alguien”, “la persona” de algún ser humano.
Repito, no es tan fácil. No se trataba solo de decidir querer a alguien, se trababa que alguien me quisiese, así como solo yo necesitaba que me quisieran. Puede ser por mi personalidad, o mi apariencia, probablemente una mezcla de ambos, simplemente esa persona nunca llegaba. Me gustaba fantasear con que si había alguien; cada persona que osaba saludarme era una posibilidad para mí, bastaba con que fuera un ser humano, que me dijera “hola” y ya era suficiente, era digno de ser amado y probablemente quería casarse con migo.
Entonces me di cuenta de que algo estaba roto dentro de mí, pasó tanto tiempo en que la soledad era cómoda que ahora que no la quería, ella no tenía intención de irse, al parecer era, soy; invisible. Más de una vez pasó por mi cabeza preguntarle a la gente en la calle si acaso me veían, probablemente nadie lo hacía, probablemente nadie me ve.
En ese momento la desesperación entró en mí, me convertí en un humano de esos que todo lo que busca es una pareja, alguien con quien completarse, conmoverse, convivir en el sentido más íntimo de la palabra, vivir el uno para el otro, simplemente vivir lo mismo. Y sin esto, sin esa compañía necesaria para recorrer la vida nada estaría completo, nada tenía sentido alguno, nada parecía importar.
Cuando logré darme cuenta de que esto era necesario, también descubrí lo imposible que llegaba a ser. No solo no podía lograr que me vieran, que simplemente me vieran, sino que cada vez que otro; quizás un amigo, lograba ser visto por alguien, una llama de furia y malos deseos me invadía. Soy un ser detestable, o lo era, no lo sé. Solo sé que si alguien compartía su felicidad conmigo era mi propia felicidad la que se esfumaba, decidía irse y darle lugar a los celos y furia que invadían cada rincón de mi cuerpo, incluso mis piernas y brazos sentían el dolor de ver como todos se complementaban, como todos avanzaban sin mí.
La vida sigue, no es capaz de esperar que te decidas a amar, a que salgas de tu casa y escojas ser visto por otro. A veces pienso que en ese momento era yo quien me boicoteaba. Es que después de tanta novela de amor leída el que alguien viniera, golpeara mi puerta y dijese que me amaba no parecía tan descabellado, en cualquier momento sucedería. Solo necesitaba que mi timbre sonara, el “sí, acepto” ya estaba en mis labios, listo para hacerse palabra.
Y así fue como solo quedé en deseos, entendía plenamente que era yo quien debía salir y mostrarme, encontrar eso que tanto buscaba, pero no era posible que alguien se fijara en mí, no iba a intentarlo. No quería sufrir (pero eso ya lo estaba haciendo, solo que no me había dado cuanta).


IV

Mi vida seguía, había logrado entender que no estaba triste, sino que era triste, y podría vivir con ello. Ustedes, mis amigos seguían ahí, pero deben entender que solo yo vivo para mis amigos, las personas en general viven, simplemente viven y de vez en cuando recuerdan a sus amigos. Mi dinámica no poda ser así pero debía saber adaptarme.
Entonces mis días se sustentaban en la esperanza de que llegara alguien que me amase y que mis amigos me recordasen por siempre. Mientras esto pasaba yo solo podía leer y escribir; esto último tiene una gracia y es que puedes crear realidades que no existen. Realmente no era feliz, pero cada uno de mis personajes si lo eran, la ficción era la única manera aceptada de mentir, y mentir es uno de mis pasatiempos favoritos.
Escribía día y noche, cada vez que lo hacía me enamoraba de mis personajes, claramente nadie leía mis escritos, no había a quien mostrarlos, o si lo había simplemente no quería hacerlo. En más de una ocasión me imaginé a mí como el personaje principal, el cual vivía una hermosa historia de amor, tal y como lo deseaba; un saludo, una mirada, una invitación y finalmente un “vivieron felices por siempre”, ¿por qué no puede ser así? ¿Por qué debe ser todo tan complicado?
En un momento los personajes ya eran parte de mi vida, es obvio habían salido de mí, pero era más que eso. Cada vez que comenzaba una historia esta se convertía en mi realidad, estaba entre cuatro paredes, pero podía oler cada flor que escribía, oír cada canción que le cantaba el galán de mi historia a su enamorada y sentir el corazón hinchado con cada final feliz.
El problema estuvo cuando empecé a realmente disfrutar de esto, incluso olvidé que estaba buscando algo, que necesitaba salir. Que mis amigos me hablaran solo de vez en cuando ya no era un problema. Yo ya tenía mi vida, podía generar mundos nuevos, era un pequeño dios, si quería un amor verdadero solo debía escribirlo, y no dudé en hacerlo en varias ocasiones, es que no solo podía crearlos, sino que también destruirlos.
SI buscan entre mis cosas podrán encontrar muchos borradores, cada una de esas historias las viví. Si mi personaje estaba triste, pues yo lo estuve, no había forma de separarlos de mí. Por otro lado cada vez que mis historias tenían pasajes llenos de amor y felicidad yo sentí ese amor y felicidad, por lo cual no me quejo, pero comprenderán que fue intenso, cada uno de esos sentimientos fueron míos, fueron propios y solo los compartí conmigo.




V

Cuando mi vida estaba sumergida en toda esta confusión de ficción y realidad sucedió algo que recuerdo muy real, pero que hoy no sabría clasificar. Mi corazón me dice que sucedió, y si no, claramente caí en la locura, pero yo lo recuerdo, cada sentido de mi cuerpo lo recuerda, hay aromas, sabores, sonidos y sensaciones que me llaman a recordar. Fue real, tuvo que ser real.
Cada recuerdo es confuso y a su vez lleno de claridad, nadie más que yo puede entenderlo, pero debo intentar explicarlo, no puedo irme de acá sin compartirlo, no puedo permitirme el que nadie sepa que fui feliz, que soy feliz, o que creí ser feliz. En fin; lo que sucedió o no sucedió fue lo siguiente.
Si bien solo necesitaba escribir, de vez en cuando tenía que salir de casa; la universidad seguía ahí y mis amigos aun eran lo más importante, solo que ya no me importaba que yo no lo fuera para ellos. La micro era un momento de reflexión, si no había música siempre había una conversación ajena que escuchar como potencial historia que contar en mis futuros libros.
Dar el asiento no era uno de mis principales pasatiempos, pero como ya lo saben, no soy de esas personas con el carácter suficiente como para no darlo y encontrar razones en ello, pero un día quise revelarme. Si, subió una anciana y mis energías no fueron suficiente como para ceder mi lugar, una acción habitual dirán ustedes, pero no comprenderán el nivel de adrenalina que recorría mi cuerpo, sentí que era el ser más malo de esa micro, y que todos hablarían mal de mí, aun así me respetarían, por alguna razón solemos respetar lo repudiable.
Pero un poco más adelante alguien lleno de libros, quien además iba estudiando decidió dar su lugar a la inocente abuelita, IBA ESTUDIANDO, CON MUCHAS COSAS EN LAS MANOS Y LE DIO SU LUGAR. Mi corazón comenzó a acelerarse, necesitaba hacer algo al respecto, pero yo no era de las personas que hacen, era más bien de las que escriben. Me armé de valor y le ofrecí mi asiento.
- Siéntate acá, dije. Dibujando siempre una sonrisa en mi rostro, la cual todos creen nace desde la amabilidad, pero lo hace desde el nerviosismo.
- No te preocupes, respondió.
¿Qué no me preocupe? ¿Cómo no me voy a preocupar? Si ahora no podría estudiar por mi culpa, por esa rebeldía en contra las abuelas que había decidido nacerme. Pero insistí y se sentó.
- Muchas gracias, dijo.
Era mi momento, debía hablar, pero nada salía de mi boca. Solamente sonreí.
- Necesito leer un poco más, hoy tengo una presentación. (seguía hablando)
Seguía hablando, no necesitaba hacer ningún esfuerzo, tal como lo pedí por meses, llegó alguien y me hablaba sin conocerme. Armándome de valor le dije:
- ¿Qué estudias?
Estudiaba lo mismo que yo, aunque en otra universidad. Ahora que lo pienso puede que nada de esto fuera real…
Entonces, la señora que iba en el asiento del lado, decidió cedérmelo, dijo algo así como: “Siéntese, se ven tan re bonitos”. ¿Cómo negarse a semejante invitación?, además mi rebeldía contra las abuelitas ya había sido suficiente por un día. Me senté… y entonces solo quería huir, siempre es un buen momento para huir.
Insistía en hablarme y no podía dejar de pensar que su misión en esa micro era estudiar, no hablar. No recuerdo bien que es lo que hablaba, es que en realidad no estaba escuchando, había algo en sus ojos que me distraía, no era una mirada profunda ni cautivante como la describiría un novelista romántico, tampoco eran ojos extremadamente bonitos, pero eran únicos, eran sus ojos. Sentí, en ese momento, que también podían ser lo míos.
De esa conversación solo recuerdo que le gustó mi nombre, que hizo bromas sobre el suyo y que todo lo que decía le parecía genial. Odio a las personas que todo les parece bien, que se sorprenden con cada palabra y que te consienten en todo, pero en este caso no me molestaba, por primera vez era lo mejor que me podía pasar, sí; en una micro.



VI.

Esa mañana todo terminó con un rápido adiós, pero supe que algo era distinto en mi vida. Además de un montón de datos, palabras y sonrisas, intercambiamos vida, ya era parte de mí, aunque nunca más estuviera ahí. No fue así, por mucho tiempo más estuvo ahí.
Las horas tenían otro sabor, simplemente algo nuevo habitaba en mí. Me cuesta entender si era malo o bueno, era simplemente distinto; y eso estaba bien. Mi día tenía ritmo, sentía cada latido como nunca lo hice antes, algo le daba sentido a mis pasos y aunque sabía de qué se trataba, pretendí no tener conocimiento de lo que motivaba semejante plenitud.
Me encontré con mis amigos como un día cualquiera, quise hacer como si nada pasara, porque en realidad nada había pasado; solo se trató de una conversación en una micro. Nada más, nada menos. Tuve que contarlo, no es como si pudiera evitarlo, y es que cada centímetro de mi cuerpo gritaba que algo había cambiado en mí. Cada palabra que dejaba escapar iba acompañada de risas y felicidad, de calma y tranquilidad.
Mis descripciones eran precisas, no podía dejar pasar ningún detalle. Parecía un personaje inventado, sacado de mi imaginación, y quizás fue así… puede que haya sido así, pero no lo puedo creer, no lo quiero creer, no lo voy a creer.
Cuando se quiere las emociones se traspasan, bastó con que yo estuviera feliz, para que todos estuviéramos felices. Fue una buena mañana. Fue mi mañana. Las risas no solo me rodeaban si no que todos las invocaban, junto a mis amigos siempre fui feliz, pero esa mañana todo se amplificaba, es que todo era más intenso, era real.
Al terminar la mañana, era momento de volver a casa y encontrarme con mi amada y nunca odiada rutina. La rutina me sienta bien, es cómoda y conocida, es ordenada y lo suficientemente predecible. Pero esa tarde la vida me tenía preparada otra cosa. Tanta felicidad cobró sentido, era momento de encontrarnos nuevamente.
El encuentro no fue casualidad, es que yo había mencionado cada detalle de mi día con la intención de que un segundo encuentro fuera posible, y así fue. Pero ahora no fue solo un encuentro, fue un estar juntos, vivir la misma vida, ver las mismas cosas, sentir, oler y escuchar en sintonía. Somos sintonía.
No era nada de cursilerías, pero era todo cursilerías, es decir, nada era romanísimo pero para mí todo estaba al borde de vomitar romanticismo. Éramos amistad, primeramente amistad, pero sabíamos que no nos habíamos encontrado para ser amigos, ser amigos no bastaba, ser amigos no estaba bien. La vida nos regalaría cosas distintas a la amistad, pero con la amistad incluida.
Lo importante no era por qué estábamos en el mismo lugar, sino que estuviéramos en mismo lugar. Las risas se apoderaron de mí esa tarde, es que creo que nunca me había reído tanto en la vida entera. Puede ser porque para mí todo justificaba el esbozar una sonrisa, habían cosas graciosas (muchas) y cosas no tanto, estupideces y seriedades dentro de las conversaciones, pero todas merecían una sonrisa, y es que la persona que había conocido merecerá siempre una sonrisa, porque no hay mejor regalo y no hay mejor persona, era la conversación perfecta, somos una conversación perfecta.
Éramos, somos distintos. Pero es todo lo que yo querría ser, y me gusta pensar que también pasa al revés. Nuestras conversaciones son absurdas, las ironías y seriedades falsas son parte de cada conversación que establecemos. Pero no es necesario explicar nada, soy capaz de descubrir todo lo que quiere decir sin que lo diga. No necesito, ni necesita explicar nada, todo es entendido.
Fue un buen día, fue el mejor de todos. Bastó con vernos y conversar, no sucedió nada más ni nada menos. Pero era suficiente para saber que no nos dejaríamos de ver, que todo estaba bien, y que estaría bien por mucho tiempo. Ya había encontrado a mi persona. Tengo una persona.


VII.

Como dije antes, existen pocas cosas en las que creo. Pero, si hay algo en lo que realmente creo es en el amor. El amor para mí mueve la vida, y no ese amor cursi de parejas y esas cosas (aunque al parecer creo cada vez más en él), sino que el amor en su máxima expresión. Amor como el querer sin límites algunos, cuando se te acaban las palabras para decirle a alguien lo mucho que te importa, todo lo que harías, y lo mal que estarías sin él; ese tipo de amor.
El amor es lo que nos impulsa, cada vez que hago algo por alguien es gracias al amor que siento, hoy sigo teniendo vida porque los amo, y hoy también dejo esta vida porque los amo un poco más cada minuto que pasa. Amo cada instante de sus vidas, cada mueca de sus caras, cada movimiento que realizan, los amo porque los quise; los amo porque están y pretenden seguir estando.
Siempre la única razón que tengo para todo lo que hago es el amor, es una especie de valor primordial; el valor de los valores, el sentimiento de los sentimientos. No duele ni lastima, lo que lo hace es el “desamor”, entregándole mala fama al amor, que es el único que logra movilizarnos. Nunca he buscado que me entreguen todo el amor del mundo, pero no existe sensación más agradable que el sentirse amado.
Amo cada cosa que hago o hice, y algunas las hice porque los amo. Esto; Matarme, lo hago porque no podría amarlos más.



VII.

Como les dije encontré lo que buscaba, no necesité más que un viaje en micro y un ataque de rebeldía en contra de las abuelas para lograrlo. Luego de eso todo fue perfecto. No me refiero a la perfección impecable, sino que a esa que necesita de imperfecciones para así lograr disfrutar cada uno de los otros momentos que si son absolutamente perfectos.
Encontré a alguien que me llena, es quien me hace persona, quien me hace feliz. Por momentos gracias a su compañía olvido que nací triste, es como si cambiara quien soy, pero sin querer cambiarme. Solo me adapto a su grandeza, espero adaptarme, busco ser mejor para que no me opaque, para que no pueda caer en el hecho de que tengo el corazón roto, me pintaron de gris y me hicieron llorando. Es momento de camuflarme junto a sus características; lograr que me pinte de colores, me sane el corazón y que las lágrimas sean de risa. Olvidé que me crearon triste, hoy solo sé de risas y abrazos.
Siento que cada día que pasa aprendo más, no se puede estar triste teniendo gente que te hace feliz, no se puede mostrar amargura cuando cada segundo de tu vida se compone de pequeños instante de dulzura. Probablemente lo más difícil para mí, es saber que desperdicié miles de instantes preocupándome de lo triste que soy, que estoy, que estaba. Desperdicié una vida entera, pero me gané otra.
No me importa tanto como soy o estoy ahora, me importa más como están y son ustedes. Somos lo que somos gracias a los que nos rodean, ustedes me rodean, tú me rodeas y me haces personas, eres más que mi persona; eres quien me hizo ser humano, persona, ser existente en todos los planos. No solo soy feliz acá porque me completas en cada una de las dimensiones del universo. Si te tengo un lugar es junto a ustedes, espero que al renunciar a la vida en sus corazones siga teniendo un lugar. No me perdonaría el que me olviden, pero a mí solo me queda olvidarlos.


VIII.

Hoy no te encuentro, hoy simplemente desapareciste. Eres parte de mí, una extensión, más bien no SOY si no estás. ¿A dónde te fuiste? Solo pasaron horas pero, créeme; son una eternidad. No hay señal ni rastro y todo se vuelve confuso. Al parecer nadie te vio, al parecer nadie me cree. Tengo que irme con la impresión de que estas, no con la de que estuviste.
Nunca fue necesario compartir con más gente, los dos éramos todo lo que necesitábamos. Para qué decirle al mundo que estábamos juntos si el mundo solo existía cuando lo estábamos. Fue un error, soy un error. Pero cuando estabas nada era errado, nada estaba mal. Nadie te vio, ¡Cómo es que nadie te vio!
Sé que es real, es imposible que yo; alguien con tan nivel de amargura creara algo tan dulce. No es posible que mi imaginación navegase hacia tierras tan hermosas, yo solo sabía de inseguridades y vacíos, no pude crear semejante plenitud, tanta perfección.
Solo pedía que volvieras, que confirmaras cada instante, solo pido que estés…
¿Sabes? Sé que existes, y si no lo haces tampoco pretendo descubrirlo, mi corazón late seguro al pensar en que en este instante lees estas palabras, me despido de ti y de todos, pero especialmente de ti. Eres real así como cada una de estas palabras, eres perfección; algo que nunca entenderé pero siempre amé.
No necesito de testigos, necesito de ti y de mí. De un gran NOSOTROS. En tus nosotros siempre hubo muchos “yo” pero para mí siempre fueron simples “tú”, y no me importa. Me voy con el corazón hincháo’ palpitando de angustia porque cree reventará de amor. Reventará de felicidad, de plenitud, de tranquilidad, de vida. REVENTARÁ DE VIDA.
Nunca creí en dios, pero siempre creeré en ti…


IX.
¿Y entonces? Tú existes, y ustedes están, entonces todo estaba bien, todo era perfecto. Todo es perfecto.
La vida me entrega todo, encontré a mi persona, me rodeo de los más queribles amigos, y no quiero perder esto. Una y otra vez pasó por mi cabeza el deseo de matarme, la vida supo hacerme un ser humano triste, con el alma rota. Y así no era posible vivir, siempre quise acabar con mi vida, una y otra vez, pero nunca fui lo suficientemente valiente, hoy llegó el momento. Hoy no hay razón para sufrir.
No quiero ser testigo de cómo la vida se me va de las manos, no quiero vivir el día en que mi persona, esa que tanto me costó conseguir decida no ser más MI persona, sino que quiera ser de otros, o de nadie. No quiero vivir el día en que las extensiones de mí; mis amigos, esos con los cuales comparto cada sueño y meta, decidan alcanzarlos sin mí. No creo ser lo suficientemente fuerte para ver como la felicidad máxima se escapa de mí, no creo que pueda aguantar semejante dolor. Hoy soy feliz, de una manera que nunca lo imaginé, la plenitud se hizo presente y así es como quiero morir, f e l i z. Yo lo logre´, espero que todos lo logren, hoy no los dejo solos, los dejo con los mejores recuerdos de mí. Necesito que sepan que soy feliz y olviden cuando cada palabra que salía de mi boca era amarga y ásperas, hoy son dulces y suaves.
Debo irme antes que la incertidumbre sobre tu existencia encuentre respuesta…
Es momento de irme, es momento de solo tener hermosos recuerdos…
Espero no tener que recordarlos, así no poder extrañarlos….
Aun no me voy y ya los extraño, aun no me voy y ya me quiero quedar, pero es justo, es necesario, tengo que hacerlo, voy a hacerlo, me voy. Adiós.
Valentinagon29 de junio de 2015

2 Comentarios

  • Ieloisa

    Yo te veo...

    Me hiciste recordar esto que escribí hace años.
    Me gusto mucho lo que leí, te mando un abrazo y si como dices vives lo que escribes piensa que esas manos que pretendes detener pueden ayudar a muchos que se sienten exactamente como tú te sientes. Un fuerte abrazo y espero más :D

    30/06/15 03:06

  • Valentinagon

    :)

    02/07/15 01:07

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