Recuerdos Olvidados...
Cuántos recuerdos ya olvidados... Recuerdos de una soledad inmensa... Recuerdos de una vida en un abismo lleno de oscuridad... Recuerdos de una búsqueda incesable de una luz en aquella inmensa oscuridad... Cuántos recuerdos ya olvidados... Recuerdos de temor y angustia... Recuerdos de un dolor que no desaparecerá... Estos recuerdos, recuerdos que creía ya olvidados vuelven a tomar forma en mi interior, reabren nuevamente aquella inmensa herida de la cuál emana un gran mar de lágrimas... Lágrimas invisibles y silenciosas para los demás... Sólo yo soy capaz de oír aquel inmenso grito de dolor... Aquel silencioso grito para el resto... Con aquel dolor en mi interior y cegado por el odio, el remordimiento, la culpa... Llegué a hacer daño al que menos culpa tenía... Egoístamente golpeando cuerpos débiles... Gritan sin cesar... Lloran... No soy capaz de oírles... ¿Qué ocurre en el exterior de esta capa de dolor? Esta capa me protege de los demás... ¿Qué tienes para ofrecerme? No tienes nada... Sólo aquella sonrisa en la cara... ¿Algún motivo te hace sonreír? Sólo aquella inmensa ignorancia... Sufriste tú, ignorante, la brutalidad del más fuerte y aún así... ¿Aún así eres capaz de sonreírme? ¿A mi? El que tanto odio ha acumulado de los demás... Tanto temor... Con estos sentimientos me alimento y reconstruyo nuevamente mi muralla, una muralla que nadie pueda trepar y, así, nadie llegará al fondo de mi corazón... Pobre ignorante niño... ¿De veras creí que eso funcionaría? Él fue capaz de atravesar aquella muralla... Penetrar en el ser que soy y, de aquella manera, pudo hacer que este chico experimentara otros sentimientos a parte del odio, de la culpa, del remordimiento... Y, de esa manera, consiguió lo que nadie fue capaz de hacer: acercarse al ser que tanto odio y temor había acumulado en el corazón de los demás. Él fue capaz de ver la verdad tras la máscara, una máscara que ya rota estaba, ya manchada estaba... La verdad de un pobre chico asustado... Atemorizado por el resto... Y, para que nadie fuese capaz de descubrirlo y aprovecharse de estos sentimientos para hacer daño fue creando a un ser intachable, de pies a cabeza, para que de ese modo pudiese protegerse de sí mismo, lo que verdaderamente le hacía heridas profundas... Profundas... Cada vez más profundas... Tanto que las lágrimas se convirtieron en sangre derramada por la agonía de aquel ser que, mientras golpeaba a los demás, lloraba en su interior. Hasta aquel día en el que tú llegaste a mi vida e hiciste que por fin abriese los ojos y, así, no hacer más daño, no sufrir más...
Cuántos recuerdos ya olvidados... Recuerdos de temor y angustia... Recuerdos que, ahora, se han convertido en felicidad.
