Cuándo dejemos de cruzar nuestras miradas sin sentir...
Cuándo nuestros labios sellados no dejen de mentir...
Y nuestros ojos no digan la verdad...
Seremos más desconocidos
que los que no se han visto jamás.
Las más de las veces, uno se da cuenta de cómo alguien a quien cree conocer como la palma de tu mano se va convirtiendo en un extraño. Ve esos momentos en que aparta la mirada, o frunce los labios para no responder... ¿Y lo peor? Que uno vuelve también la cabeza ante estos detalles.
Hermoso y tristemente cierto. Gracias por compartirlo.
que triste : (
pero está padre jaja