He envuelto fondos cálidos
en plácidos lugares.
En mundos que existen sólo en la mente.
Te he visto rondar por ellos.
Cómo un transeúnte desconocido.
Que trae calma y serenidad
en sus andares.
He visto como me envolvías
en tu velo de eterna juventud.
Suave viento de vida,
ávida y audaz.
Me invitas andar sobre tus pasos,
a senderos aún por explorar.
Caminitos de algarazas,
coloridos sentimientos
solos, ante campos desiertos.
He visto volar palomas blancas
con ramitas de olivo en sus picos,
que retornan con buenas noticias.
Y me he dado cuentan
como giran las flores
para verte pasar.
Antojo del ojo que fuerza la mirilla,
para verte bien,
mirarte de reojo sin que tú me puedes ver.