Esquiva es la luz de la luna
en su reflejo en la charca
donde dormita el batracio,
verde príncipe maldito
condenado al tumulto
de la existencia oculto
entre cadáveres de viento.
Germinando hojas marchitas
del invierno recóndito
que nos aleja de los egos
y nos hunde en la muralla
de la soledad perdida,
cadáver de añoranzas,
rescoldo de hoguera
calcinada en su propia vanidad.
Los cañaverales se mecen
con viento del disturbio
al acontecer del momento
y sus ocultos guarismos
mientras la araña teje sus hilos
esperando atrapar el tiempo.
Cobijan los miedos ancestrales
de poetas que nunca fueron
y tal vez sus descendientes
que caminan perdidos
por los arrabales
de la palabra maltrecha
y sus verdugos.
Siempre es un honor verlo por estos lares, y aún mas placer, placer indescriptible, leerlo.
Admirado poeta Voltera, un saludo.
Pol.