Mamá
Para mi madre.
Que leyó para mí cuando no sabía leer y puso un libro en mis manos cuando supe hacerlo.
Mamá siempre ha querido que leyera, siempre me ha dicho que el leer nos hace cultos, más sabios. Hoy mamá me ha sorprendido sacando una bolsa llena con sus libros, esos que leía cuando tenía tiempo. Me ha dicho que podía elegir uno para quedarme. La verdad, no sé si es porqué mi madre tiene buen gusto, o porque me gusta mucho la lectura, pero he cogido la bolsa ilusionada y he empezado a buscar algo que valiera la pena. Me ha costado un montón encontrar uno el cuál me llamara la atención, pero finalmente he sacado un libro viejo, con polvo en los bordes y un poco desgastado. Mamá se ha sorprendido cuando le he dicho que era ese cuál quería. Me ha dicho que ese libro contenía poesías de los años cuarenta e historias de los cincuenta. Y yo, toda entusiasmada, he cogido mi nuevo libro y lo he empezado a leer sentada en mi viejo sillón marrón. Y, ¿sabéis qué? Me he enamorado de la primera página. ¡De la primera! Me he sentido muy agradecida por el regalo de mamá. Me he dado cuenta de que solo las palabras tienen el poder de cambiarnos. Mamá acostumbra a decirme que no leemos ni escribimos porque creemos que es bonito, sino que lo hacemos porque nos pertenece. Porque estamos llenos de pasión. También suele decirme que carreras como la medicina, el derecho, la ingeniería y el comercio son esenciales para dignificar la vida, pero que la escritura y la lectura son las cosas que nos mantienen vivos, mejor dicho, con ganas de vivir, de sentir.
Mamá me ha enseñado con el tiempo que los libros son como los amores, siempre hay uno que nos marca la vida.
Ahora, mamá, solo quiero darte las gracias por hacerme ver el valor que tienen la lectura y la escritura.
Ni todas las palabras de todos los libros serían suficientes para decirte lo mucho que te quiero, mamá.
