Gritaba en la calle, llorando, de pie, a mitad del paso de peatones. La gente se volteaba a mirarla pero nadie se le acercaba, nadie le preguntaba. Yo tampoco. Sin embargo, en algún momento, mientras pasaba de una acera a la otra, evitando toparla en el camino, supe sin pretenderlo que gritaba porque estaba sola. Aún lo hacía cuando di vuelta en la esquina y la olvidé.
Fin.