Las primeras luces del día le despertaron de su profundo sueño y le indicaron que un nuevo día estaba comenzando pero... no estaba entusiasmado, era su último día de trabajo y no sabía qué hacer. Tenía demasiadas cosas en la cabeza y no sabía a cuál dar más prioridad.

Por fin decidió levantarse de la cama, luego de vestirse se dirigió a la cocina de su pequeño apartamento (el cuál se hallaba en las afueras de Madrid), se preparó un café con leche bien cargado y sacó un cigarrillo Camel de la cajetilla. Se tomó su tiempo para terminarse ambos. Luego cogió sus efectos personales y salió a la calle en dirección a la oficina.

Aun mientras viajaba en el metro rumbo a su inevitable destino no podía parar de pensar, se estaba volviendo loco. Cuando la voz electrónica de la megafonía del metro indicó la estación en la que se tenía que bajar le entraron sudores, un nerviosismo tan extremo que hasta le ahogaba teniendo que desabrocharse el primer boton de su camisa. Pocos metros le separaban del "final" pero, en la salida de la boca del metro, para su sorpresa, se encontraban su compañero y amigo del trabajo y su novia.

Ambos le acompañaron hasta la entrada de la oficina donde él se paró en seco.
-Tranquilo, este no es el fin, simplemente un capítulo que termina- le tranquilizó su amigo.
-Otras puertas se abrirán, no te preocupes, otros capítulos comenzarán- le animó su pareja.

Visto el apoyo que le dieron pudo armarse de fuerza para entrar en la oficina y, de esta manera, terminar ese capítulo de su vida.

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