Hoy es uno de esos días en los que el estado de ánimo y el día acompañan para escribir. No sé por qué las palabras fluyen más cuando uno no está muy bien. Muchas veces me lo he preguntado, pero no he conseguido mucho, la verdad. Aunque eso explicaría la sequía que tenía últimamente y que creo que voy a suplir con creces de nuevo.

Esta mañana ha nevado, y aún sigue lloviendo, por eso aunque ha cuajado, ya no queda nieve en ningún sitio. Es curioso, nos tiramos todo el invierno deseando que nieve y sin embargo, cuando lo hace, te das cuenta de que en realidad no es para tanto. Llegas a casa calado hasta los huesos y congelado de un frío que dificilmente te sacas del cuerpo, sólo por haber estado media hora en la calle tirándote bolas de nieve. Y eso cuando sales por gusto, porque ¿qué me dices de cuando tienes que ir a comprar el pan? ¿quién es el guapo que sale a 2 grados bajo cero a comprarlo?


Creo que he desvariado un poco con lo de la nieve, pero lo que quería decir, es que hay muchas cosas que esperamos y no llegan, y cuando te rindes y menos te lo esperas, llegan y lo perturban todo a su paso: causan accidentes, colapsan todo tu entorno...en definitiva, te trastornan la vida durante un tiempo. Sin embargo, tenemos que recordar que la nieve dura a penas unos días, después saldrá el sol y todo volverá a la normalidad.







... Porque, después de una tempestad, siempre llega la calma ...

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