Es como una espiral caliente y fría que desciende por tu vientre.
La manía de desperezarte siempre de la misma forma.
La inquietud que gira y no haya lugar para salir de tu cuerpo.
Pero en un intento de salir por tu boca te parte la cara.
Y te miras al espejo.
Y pareces un cuadro de Picasso.