La otra noche encontré un grillo,
con el niño de mi amor,
pero era un grillo vago,
y no cantó ni una canción.
Es amigo de ese sapo,
que surgió de la ilusión,
y que tiene un gran candado,
protegiendo su portón.
Que grillo más perezoso,
no cantó ni una canción,
y se fue hacer nunino,
en palabras de mi amor.
El Yeti