La oscuridad de aquella celda metlica haca que su temor aflorara de una manera alarmante. Empezaron a brotarle unas lgrimas horriblemente saladas. Nada que ver con el sabor de las aguas donde viva No
Haba sido arrancada de su adorado mar y todo por intentar confiar en esas criaturas que llamaban humanos. Nunca ms pens, nunca ms confiar en un bicho con dos patas y los odi con toda su alma.
Gritaba como una demente y se arrastraba de aqu para all, intentando que alguien la escuchara. Nada. Aquello era una fortaleza impenetrable, esas bestias de metal que llamaban barcos y ella all atrapada, y su corazn latiendo desbocado. Era absurdo lo viva que se senta en ese momento, considerando lo cerca que estaba de morir.
Ya resignada se sent en un rincn y, con lo que pens era su ltima reserva de aire y fuerzas, empez a cantar una vieja cancin de su pueblo. Un sereno y hermoso canto de duelo que se sola interpretar en los funerales, para despedir a los difuntos y mostrarles afecto. Y su canto se fundi con el viento, con las olas y viaj viaj lejos hablndole a todos de su dolor
Pasaron minutos, horas, das quien sabe, cuando sinti cmo su celda se mova bruscamente. Poda orlo Golpes fuertes estremeciendo a la bestia de metal. Gritos de guerra. Sus hermanos, los tritones, haban llegado para ayudarla
Apenas poda contener su alegra cuando escuch otro canto como el suyo sus hermanas, sirenas como ella, estaban ah Tranquila, le decan, omos tu canto y hemos venido a ayudarte todo estar bien la esperanza es lo ltimo que se pierde.
