No quiero abrir la ventana, ni que entre la luz, ni escuchar el ruido de los perros, herederos de esta tierra. Me fatiga la vida vivida así, como un aspirante a estar en la luz o en la oscuridad. Ha cambiado el sentido de cada cosa, su forma, su utilidad. No se trata de aceptar un pesimismo amargo, que deje tus ojeras marcadas a fuego. ¡No! La oportunidad de vivir sólo tiene sentido en el momento en que deseas vivir, en el que te obligas a formar parte de la vida, pero ahí fuera, donde los perros ladran y ruge la marabunta...la vida se esconde detrás del vértigo del miedo al futuro.
No quiero abrir la ventana, ni que entre la luz, ni escuchar mis propios pensamientos. Me llaman al teléfono. Responderé, porque más allá de mi deseo de silencio alguien sabe que estoy aquí, con las ventanas cerradas, con la mirada puesta en el pomo desgastado por los años.
Me identifico con tu estado, a veces, no cojo el teléfono, ya sabes, soy autista.
Gracias por estar y por ser, por escribir.
Pol.