Parado en medio de la acera, mirada distraida y mente en mundos lejanos, siente como el frio traspasa hasta los mismos huesos, mueve las manos en un vano intento de calentarlas, pero no resulta.
Así que mete la mano en su chaqueta, pero para su sopresa, solo hay un guante, rebusca por todos los huecos mientras intenta recordar donde puede estar su pareja, es inútil, ya solo queda uno.
Da lo mismo, en lugar de volver a dejarlo en su sitio, como haría la mayoria, él es diferente, se pone el guante en una mano protegiendo la otra en el bolsillo, y al rato cambiándolo sin pudor ninguno.
Es el chico con un solo guante, aquel que sueña por las noches con un mundo distinto, el que espera por un amor que hasta ahora le ha sido negado, aquel que mira fijamente a los ojos cuando habla mostrando un brillo poco común, el que a pesar de los golpes vuelve una y otra vez a levantarse.
Ahora camina con su guante, teniendo más cuidado aun con no perderlo, echa en falta su pareja claro, como echa en falta tantas cosas, pero eso no le frena, se adapta, observa a su alrededor y ve detalles distintos, su experiencia lo ha cambiado, da gracias por lo que posee, no desea otro par de guantes.
Es el chico que perdido en el campo bajo las estrellas, fija la vista en el infinito intentando ver más allá de lo que jamás ha visto nadie, aquel cuyo corazón siempre late con vida y fuerza, el que a pesar de las decepciones de la vida, conserva la pasión como el primer día.
Es el chico con un solo guante, podrías ser tú, o yo, o simplemente, un suspiro que se pierde en una mañana fresca de primavera, el chico de un solo guante, el que siempre espera.

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