Es que recuerdo aquel beso como algo inmejorable, como el mejor beso de todos, como una sensación irrepetible, en realidad no tenía nada que lo diferenciara de otros besos, pero fue indudablemente increíble. Recuerdo tus manos agarrándome tímidamente la cintura y acercándome más a ti, mientras me mirabas con unos ojos que me decían mil cosas a la vez, mis manos traviesas por tu cuello jugando con el pelo y los ojos cerrados para sentir más, para grabar cada detalle en mi mente, intentando no pensar en nada, pero un cosquilleo raro por la tripa que me inspira demasiada felicidad me lo impedía.
Nos apartábamos, nos susurrábamos cosas al oído, sonreíamos, y otro beso, otra caricia, un mechón de pelo me cae sobre la mejilla, él lo aparta como si fuera el pelo más suave y delicado del mundo, mi pelo, su mano, su piel, mi piel, su olor, mi olor, su beso, mi beso, nuestro beso.
