Tengo una sensación que se mezcla con el inconfundible sabor del chocolate.
El aroma se escapa de la taza humeante, como si mis ideas se evaporizarán; como si mi mundo se transformará.
Y aquí estoy a 21 años de haber nacido, sin la mas mínima idea de quien soy pero, con un sabor agradable en el paladar.
Cada día es ligeramente distinto de una manera casi imperceptible, pero cuando vuelvo unos años atrás me doy cuenta que todos esos pequeños cambios han hecho algo grande. Me han hecho a mí.
Y esta mañana decidí no tomar mi acostumbrada taza de café (verdaderamente útil para la agitación de una vida universitaria y laboral); "Sí, hoy regresó a lo elemental". Quizá sea el momento de dar tres pasos atrás, respirar profundo y tener una visión panorámica de mi vida, y como decía Mamá; "No hay nada mejor que una taza de chocolate para pensar".
Siento como quema mis labios, como el dulce líquido corre por mi lengua. Pequeños malvaviscos flotando (los amaba tanto de pequeño); y ahí entre malvaviscos y el humeante chocolate deben estar las respuestas;
Hace tiempo que no camino entre la lluvia, ¿porqué?
¿Será que ahora me asustan los resfriados?
