No Le Ande Usted Contando a
Nadie que Está Triste
No le ande usted contando a nadie que está triste. Dar noticia de la congoja de uno es enyugar al otro con el propio yugo. Sepárese usted, hágase flaco y no grite, que no le miren abochornado porque el calor cunde y el mundo ya está sudado, dese prisa en hacerse a un lado, quédese atrasito, no apuñale, no haga cosquillas. Si es usted afortunado al rato pasa la cuita y si no pues a morir honrado. No le ande usted malgastando días al otro, no se robe la sonrisa ajena, sienta muy amplia pena de salir afuera desconsolado y que le miren abatido, apabullado y desnutrido. Guárdese a sí mismo y mande recado con el chisme de que anda perdido, desubicado, pero no agobiado. No confíe el ánimo malo al mejor amigo. Amárrese, no esté temblando, nada de rabietillas, no haga escándalo, quédese calladito y deje que el trago amargo haga lugar en los intestinos. Por favor pase desapercibido. No le ande usted contando a nadie que está triste.
