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Sol

A madre la llenaron de balas. Yo la vi correr sin prisa, como apostando poco a la idea de morir ese preciso instante de su vida. Harta, imagino, del rumor de la guerra que nos iba rodeando, cada día más próxima, quiso comprobar a su manera el chisme de la miseria y del dolor de los proyectiles. Esa noche nos escondimos, absueltos de llorar y del pecado de reclamar sollozando más violencia, más guerra y maleficios. Dormir trajo necesariamente pesadillas. Soñamos ser de repente partículas, difundiéndose con el viento, ardiendo, vapor caliente hecho de miedo que pasearía desde entonces por el infinito. Nos despertó la luz del sol por la ventana, su color blanco benigno que predicaba la doctrina de la esperanza. Se estaba desatando ante mis ojos un nuevo día, motivo de potenciales alegrías, paz de mi madre ya fantasma. No hubo miedo entonces. No me asustó más la guerra, ni mi soledad tremenda. Contemplé el fulgor precioso, sentí mi cuerpo emitir su alma en forma de diminutas partículas, sin miedo ya ante aquel rumor de que eventualmente una bomba nuclear nos despedazaría.
Abrahamsaucedocepeda02 de diciembre de 2010

3 Comentarios

  • Norah

    Yo pido la verdad sabiendo que dolera pero a la vez sientes un gran alivio porque sabes lo que tienes y despues decides!
    En verdad me ha gustado mucho, Saludos.

    02/12/10 06:12

  • Abrahamsaucedocepeda

    Gracias Norah. Saludos.

    02/12/10 06:12

  • Elcaminante37

    Es triste,pero, lleno de fuerza.
    Gracias por tu visita.

    05/12/10 06:12

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