Una Mirada Atrás

Todo tiene fin, hasta la propia vida acaba el sol se esconde, las hojas caen, las lágrimas cesan, el amor se rompe
Miro atrás, y me invade una confusa sensación agridulce, por todo lo que dejé escapar y por lo que supe aprovechar. Pero me he dado cuenta de que mirar al pasado solo sirve para hacerme sentir cierta tristeza, pues mi pasado más inmediato estaba repleto de sonrisas y ahora quizás las venda caras. Segundo tras segundo, se quema un poco más el tiempo, dejando atrás todo lo vivido e introduciéndome en lo que me queda por vivir. Ahora reflexionando, me doy cuenta de que quizás encontré algo que no estaba buscando, y antes de empezar esta aventura, me advertí a mí mismo del riesgo que estaba a punto de asumir, y lo asumí. No creo en el arrepentimiento, pues considero cobarde mirar con los ojos de ahora lo que un día era de otro color. Lo que hice, lo hice sin obligación, con coherencia o sin ella, porque pienso que el ser humano no se aleja de ser un animal con capacidad para autodestruirse, y que no dejamos de actuar por impulsos en momentos decisivos, en los que mantener la mente fría es utópico. Así, me doy cuenta de que antes de empezar esto, era consciente de donde me metía, de que estaba jugando mis mejores cartas y que podía perder tanto, como lo que podía ganar, y resulta que cuando más ganador me sentía, las corrientes de Cupido me empujaron a la derrota. El amor es caprichoso, advertido estaba. Pero repito, quizás encontré algo que no estaba buscando, algo que me hizo feliz, sí, mucho, pero yo antes también era feliz, digamos que tenía poco que perder y mucho que ganar y aquí me hallo, desilusionado, dolido, confuso, intentando escapar de esto que llaman amor y me ha empapado.
Si me hubieran dicho hace un año que iba a tener esa relación y con esa persona, me hubiera reído y esbozado una sonrisa irónica lo que es la vida. Adelante destino, sorpréndeme de nuevo ¿qué guardas para mí tras este año frenético? Impaciente me tienes.