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Aire Comprimido En Siria

La vida es un ensayo de algo futuro que no conocemos; y este ensayo semeja –en ocasiones- estar poseído por los influjos de un infierno que no entiende de semejanzas ni empatías. Los noticiarios hablan de guerra a viva voz; se habla sobre innumerables violaciones de los derechos humanos, de cientos de focas reventadas a palos secos, de que el mundo es un vertedero de almas poco saludables…

El mundo da vueltas sobre sí mismo y nosotros damos vueltas sobre la vida que deseamos vivir y que jamás llegaremos a disfrutar por motivos de majadera adultez. Pasan los días y el engaño es constante: para conseguir una moneda, dos hipocresías; para conseguir un saco de monedas, vender a un hermano.

Todo ha cambiado desde el inicio de la historia de la humanidad y, sin embargo, nada ha cambiado: los mismos muertos comunes –pobres y necesitados-, las mismas banderas embaucadoras y ruinosas, los mismos discursos vacíos de provecho común… y un individuo premiado por un gesto de paz que no es tal asegurándonos que la guerra continúa siendo la solución ("una generación se va y la otra viene, y la tierra siempre permanece… ¿Qué provecho saca el hombre de todo el esfuerzo que realiza bajo el sol?"). Nada nuevo bajo el sol, a no ser sombras y disparos certeros. Siria no tiembla por una intervención de EEUU, Siria tiembla desde que la guerra se adosó a su esqueleto de nación doblegada por el rencor, a su esqueleto de país que, como todos, deseaba la tranquilidad, que no la paz, ya que la paz es un estado en el que el ser humano jamás ha podido instalar su psiquis, a no ser en el momento de fallecer y pasar a mejor –o diferente- vida. Porque involucrarse en una contienda es finiquitar nuestra humanidad de antemano. "Hay que evitar el combate en lugar de vencer en él. Hay triunfos que empobrecen al vencido, pero no enriquecen al vencedor", decía Juan Zorrilla.

Aunque la mayor contienda sea la que tenemos con nosotros mismos a diario, esa que mal llevamos y compartimos con nuestros semejantes sobre todo cuando no ganamos, cuando nos desesperamos, cuando resolvemos esparcir nuestras derrotas y nuestras obscenidades, tal vez para hacerles saber a los demás que somos unos perdedores de nosotros mismos, unos seres ácidos, amargados y fielmente condenados por el dedo acusador -que es el nuestro en inicio y el de los demás a posteriori-. Y así pasan los días de la vida que no ambicionamos vivir racionalmente: con aire comprimido en nuestros pulmones caminamos hacia lugares que no queremos visitar, matando por el gusto mismo de matar, bebiendo el caldo del cual no gustamos, ahorrando para gastar en un funeral admirable, pagando una hipoteca post mortem, navegando por mares de fuerte marejada con rasgos de huracán extirpa mástiles…

Nada nuevo bajo el sol, estimados lectores, nada importante por lo que escribir con vehemencia, y con importante me refiero a una buena noticia que nos hiciera recordar que todavía ostentamos fisonomías puramente humanas.
Alexandervortice07 de septiembre de 2013

2 Comentarios

  • Polaris

    Este articulo en algún periódico no desentonaría con las grandes plumas de este país, me parece increíble lo que has escrito.

    Un saludo.

    Pol.

    09/09/13 04:09

  • Alexandervortice

    Muchas gracias, amigo Pol, por estas palabras que no sé si son merecidas pero que me reconfortan.

    Salud

    09/09/13 10:09

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