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Corruptelas Veréis

Dicen que la corrupción del alma siempre es más vergonzosa que la del cuerpo, aunque yo opino que una cosa va de la mano de la otra, ya que toda pudrición es una pusilánime manera de hacer ver qué nos mueve realmente. Tal vez el deber de los jóvenes de nuestro tiempo sea el de luchar contra la corrupción.

Sin duda el deber de un pueblo que se siente vilipendiado es el de depurar el oscurantismo dentro de las Instituciones, que tendrían que dar ejemplo de blancura y transparencia en todo momento, ya que de eso va la democracia y el asunto de llamarle al pueblo, pueblo soberano.

La corruptela es una condición muy propia del ser humano; pudiéramos decir que hace miles de años, cuando el hombre aún era -en teoría- un lerdo mental y físico, la cosa ya caminaba por la psique de dicho ser, un ser que vivía por y para evolucionar y alardear de ello ante las miradas sorprendidas de los demás animales, así es que se podría decir que esta actitud de engaño es una actitud inherente a todos nosotros e, incluso, existen filósofos que aseguran que el engaño es un síntoma de carácter evolutivo. Pero síntoma evolutivo también es pedir explicaciones a ésos que se lo llevan crudo y/o poco aderezado; síntoma evolutivo es luchar ya que "la cosa política" huele a humazo made in ENCE (dejar de luchar por culpa de la corrupción que late alrededor de uno es comparable a tener tos y rascarse la barriga).

Probablemente el primer signo de que la corrupción se ha instaurado con sumo impulso en la sociedad que aún posee moralidad sea el escuchar cada dos por tres la frase "el fin justifica los medios", frase (y actitud) que solamente puede favorecer a un reducido grupo de individuos que, mediante la trampa del Poder, utiliza todo tipo de artimañas para medrar sin que le importe nada de nada el bienestar de la amplia mayoría de ciudadanos, ciudadanos que, por norma general, malviven gracias a los derechos básicos que les otorga el Estado de Bienestar.

Opino que la corrupción en la política no tiene nada que ver con la moral, con la derecha o la izquierda, o el giro a la Tercera Vía… no tiene que ver con el desmadejamiento de la moral, de la personalidad o el talento de tal o cual político. La única causa es meramente material, ni más ni menos, causa que dispone de una billetera fácil que se puede exteriorizar en gasolineras luguesas, en sobres blancos como la leche de cabra o en recibís con firmas teatrales a la par que agradecidas.

La opinión pública debe y puede dar buena cuenta de todos los nombres propios que han desfalcado y no olvidar jamás dichos nombres, ya que somos país de sombras y amnesia (la corrupción es un mal inherente a todo gobierno que no está controlado por la opinión pública). Y si la cosa se torciera aún más, podríamos salir a la calle y gritar como lo hizo Arthur Miller herido a causa de la injusticia:

"¡Colgadlos bien alto sobre el pueblo! Quien llore por éstos, llora por la corrupción."
Alexandervortice26 de enero de 2013

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