TusTextos

Noctívago

Puedes sugerirme un cielo repleto de bondades y triángulos fluorescentes envueltos de paz, o un territorio demasiado hostil donde la contienda es el pan de cada día, junto con los balazos, los yogures caducados y la puñalada trapera a primera hora de la mañana. Puedes concederme fama y poder, junto con un séquito de fans que colmen mis mejores expectativas, mis intereses engalanados con palabras bien sonantes y aplausos constantes, sumamente enérgicos. Puedes obsequiarme con un viaje sólo de ida a ese lugar donde mora la verdad que persiguen los hombres que intentan darle sentido a la vida… Pero todo es nada -o casi nada- cuando se trata de la supervivencia de un noctívago que vaga tenuemente entre las incertidumbres de una noche más en vela (una copa más de acuosa irrealidad que surge de los vagos destellos, de los días que no acepté por motivos de estúpida honradez). Yo comencé a dormir incorrectamente hace al menos quince años, cuando mi raciocinio resolvió asomar un poco la patita. Soy consciente de que a mi raciocinio no le gustó nada de nada lo que vio fuera de mí, así fue que dejó de asomar la patita y, aún por encima, estableció la norma de no permitirme pegar ojo como Dios manda, a modo de venganza espartana. No intervino en esto la conciencia ya que, por mucho que nos digamos de vez en cuando a modo de comodín “ala él y su conciencia”, yo les puedo asegurar que existe un grupo nada desdeñable de personas que no poseen tal combustible moral, cuya función principal es la de golpear la psique humana para que alcance el equilibrio, y así se acabe asentando en el regazo del sentido común, sentido con el cual todos nacemos y que vamos relegando en el olvido casi sin darnos cuenta.

También existen personas que luchan por asesinar su propia conciencia, por eso de la pesadez de tener que arrepentirse de algunas acciones que comenten. Lo mío fue más sencillo: asomé a ver qué carajo era el mundo virtualmente maduro y el porrazo me dejó más atontado de lo normal, hasta el punto de que ahora Morfeo no gusta de acogerme entre sus devotos seguidores, y tengo que conformarme con palidecer ante la evidencia de que en lo que me reste de vida no volveré a dormir tan plácidamente como ese niño que no es consciente de la verdad de las cosas. Dicen que cuando padeces de insomnio nunca duermes enteramente y nunca estás despierto totalmente; así es que pudiera decirse que el insomnio es eso que vegeta intranquilamente entre dos realidades ligadas a un cerebro que siente, piensa y –por momentos- hasta decide; o como diría Emile Cioran: “El insomnio es una lucidez vertiginosa que convertiría el Paraíso en un lugar de tortura”. Pero, pensándolo bien, ¿quién necesita dormitar a gusto cuando entre dos realidades se puede agarrar lo mejor de cada una y formar un espacio propio y así reposar, malamente, pero reposar a fin de cuentas? ¿Quién necesita fans cuando tenemos ansiolíticos?
Alexandervortice15 de abril de 2013

1 Comentarios

  • Abrahamsaucedocepeda

    Bastante interesante. Me parece muy agradable el juego de vocabulario que utilizas para detallar una situación tensa. Buen trabajo, saludos.

    15/04/13 08:04

Más de Alexandervortice

Chat