Cuando eres joven crees que encontrarás muchas personas con las que conectarás, con las podrás vivir una historia, de la índole que sea...sin embargo, cuando creces, te das cuenta de que eso sólo sucede en contadas ocasiones, que hay muy pocas personas que al final dejan huella. Y es que, por injusto que parezca, en tu vida conocerás sólo dos tipos de personas. Las que algún día echarás de menos, y todas las demás.
Por ello, creo, que hay que aprender a ser feliz con uno mismo, la felicidad como tal no existe, sólo existen esos pequeños momentos de alegría, esos pequeños detalles que hacen más bonito nuestro mundo. La felicidad sabe a viernes. Sabe a despertarse a las 3 de la mañana y ver que te quedan horas para dormir. Sabe a llegar al semáforo y se ponga verde. Sabe a llegar a la parada a la vez que el autobús...
La felicidad sabe a querer, a querer mucho y bien, sabe a necesitarnos a nosotros mismos. "Querer mueve y detiene mundos. Que te quieran si tu no quieres...te acaba aletargando"
Me identifico mucho con esa frase...pero ¿Qué hay de querer sí no te quieren?
Al final te acabas volviendo loco.
