Solo escucho el sonido desafinado
De alguna gaita llorando en un rincón;
En una casa que no volverá a ser la misma,
Un pedazo de piel que se volverá
Rendida,
A los pies de un sentimiento,
Solo escucho las suplicas,
Aquellas que salen del sótano
Pidiendo una mano que la ayude.

Lo que es perder,
Toda una vida,
Todo un ser,
Con tan solo una acción aislada,
Errante,
Del azar.

Es el llorar con los ojos húmedos de rabia,
Es el sentir que no hay nada más allá de esto,
El no buscar,
Porque ya no hay algo que encontrar.

Y quedar en la casa,
Con la soledad,
Con las cortinas corridas y las puertas despreciadas,
Sentir el terror interno,
De no volver,
De no recordar,
De olvidar.

Y ahora me digo que ya no,
Ya no;
Y esfumándose la vida que alguna vez viví,
Compartiendo el mundo con aquella,
Aquella dama que no volverá,
Que olvidará,
Aquella me hizo sentir,
Amar,
Adiós felicidad.

¿Empezar de nuevo?
No quiero,
No quiero renunciar a esto,
A dejar la casa desabitada,
Solo estando yo,
Pues quiero tenerte a mi lado,
Tan solo amarte,
Tan solo decirlo,
Solo eso
Adiós al mundo que creí,
Adiós al mundo que sonreí
Ya no hay mundo para esta casa,
Tan solo la desesperación,
No quiero olvidar.

Felicidad,
¿A dónde fuiste felicidad?
En una carta que no quise escribir,
En una que no busque enviar,
Pero, ¿dime felicidad?
Si algún día tocarás a mi puerta,
Y abrirás mis cortinas,
Dejando que el sol y la luna entren,
Y ya no sea una casa desabitada solo conmigo,
Sino
Contigo,
Y el sol y la luna,
Y aquel atardecer que describimos,
Aquel beso que siempre te daba
Aquella rosa que te obsequiaba,
Y este amor que siempre estará aquí,
En esta casa desabitada,
En esta piel descascarada,
Por un tiempo salvaje que me separa de ti,
Felicidad,
De ti,
Amor.

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