Para Cuando mi Felicidad Se
Haya Subordinado Ya a tu
Sonrisa.
Cuando todos los pasos nos conduzcan, sin pensar, al uno en los brazos del otro, habrá llegado irremediablemente el momento de entregarnos en virtud del amor.
Cuando por la calle una brisa de viento nos roce y sonriamos como idiotas al recordar que por ese mismo camino se han deslizado los dedos del otro.
Cuando una fina capa de lluvia cubra nuestras lágrimas, que estarán secas ya de tanto salir a pasear, te hablo de cuando nos demos cuenta de que en el mundo no habrá nadie mejor que nosotros para estar juntos, te hablo de un posible para siempre, de esperanzas y de sueños.
Sé que cuando todo esto ocurra, aún mucho tiempo después, seguiremos mirándonos a los ojos y suspirando por la profundidad que en ellos ahonda. Sé que lo atemporal pierde su significado cuando a un lado del teléfono se encuentra la persona a la que amas.
Si al hacerte mortal caen por tus sienes dos mechones del más rubio cabello y tus pestañas se rozan con las mías, si al acercarte un poco más buscamos esos labios escurridizos que mueren por un beso, si sentimos que ese momento no se puede acabar jamás, entonces significa que no lo hará, que no tiene poder ni potestad para acabar. Que ni tú ni yo se lo permitiremos.
Si aún así miramos hacia adelante y no sabemos lo que nos deparará el futuro sólo una cosa sabremos con certeza: Que nuestras vidas nunca se recuperarán del paso del uno por la del otro, sabremos que en nuestras almas estarán tatuados y entrelazados nuestros nombres, no con tinta, sí con fuego.
Para cuando mi felicidad se haya subordinado ya a tu sonrisa sabré que nunca me perdonaré el perderte y que habré de luchar más allá de lo posible. Sabré que los límites se deforman y que la realidad nunca fue real. En el momento en que los sueños inunden nuestro día a día sabremos al fin todos los secretos que podamos haber guardado nunca.
