Cuéntame,
como quien cuenta
a las estrellas.
Engarzadas amigas
en el lienzo
que cubre mi respirar.
Cuenta,
cuenta el danzar
de mi pecho
cuando te acercas.
Mariposas en la noche,
bajo el cielo estelar.
Cuenta,
cuenta las serpientes
que son mis piernas
enredadas en las tuyas.
Como veneno en
el raudal de tu sangre.
Cuenta,
cuenta los minutos
en que tardan la serpientes
en deslizarse
entre la noche
y las estrellas.
Es mía...;
dibujada piel
que se confunde entre
la tierra de tu ser.
Quisiera ser devaneo inconsistente para vencer el silencio de la palabra que surge al arrullo del amor de las serpientes, enredaderas de tallos que ascienden vertiginosos, frios y lascivos entre una maraña de lianas ancladas a un deseo trascendental, de apasionado morir en vaivenes de lujuria que tal vez lleven a un éxtasis que morirá en el devenir de un tiempo anclado a un reloj de arena y a una belleza efímera.
Un texto encantador y preciosista, me ha encantado.
Un saludo Avelibre, escribes realmente bien.