Todo estaba fuera de su sitio. La ropa sacada del armario, los libros, aquellos que había leído y aquellos de los que había pasado directamente: ya no le importaba nada. Los bolígrafos con los que tantos poemas había escrito, su lencería, la que tanto le gustaba ponerse, las sábanas rojas, tan suaves, las que tanto le gustaba poner encima de la cama, su móvil con todos esos mensajes y fotos que durante tanto tiempo se pasó leyendo en días anteriores preguntándose si lamentar o sonreír, el marco de ella y su familia... la habían abandonado, ya no importaba cuidar lo único que tenía de ellos y finalmente ella. Ella tirada en el suelo, con la cabeza entre las piernas, gritaba sin sacar sonidos y en ese instante se odiaba.
Recordó, y el recuerdo del rechazo le dolió tanto como una bala.
Comprendido. saludos