Hoy he tenido una larga charla con mi hijo mayor, que tiene la provecta edad de 29 años, y yo soy una "anciana madre" de 48. Hemos hablado como madre e hijo, pero también como dos personas, como un hombre y una mujer. Y hemos hablado de muchas cosas, pero sobre todo hemos sido sinceros. Tan sinceros que se ha enfadado cuando le he dicho que el único amor incondicional es el de las madres, y de los padres, porque los hijos siempre son de dos. Le explicaba que todos los amores son exigentes: el de la pareja, el de la amistad, incluso el de un hijo por sus padres. Siempre hay uno que da algo más, pero si uno pone siempre todo y el otro no responde, el amor más desinteresado acaba por hastiarse.
Y mi niño me dice, muy serio, que no está de acuerdo, que tampoco el amor de padres es desinteresado. Le contesto que no puede saberlo porque no es padre. Y se enfada, porque este chico, como todos los jóvenes, se cree en posesión de la verdad. Pero ha tenido que callarse cuando le puesto sobre el tapete un argumento tan veraz como irrebatible: le dije que yo podía imaginar lo que uno siente cuando el médico que tiene enfrente le comunica que padece cáncer, pero que no lo sabía porque hasta ahora no había recibido esa noticia. Y que sin embargo, a él nadie tenía que explicarselo. Se ha quedado callado, y yo también. Porque la verdad es muy dura, pero es cierta. Lo único que yo sé es lo que siente una madre cuando oye esa noticia, pero también se que con fuerza se aprende a vivir y al fin aún con una espada encima de la cabeza, nos levantamos todos los días. Porque la vida siempre se abre camino.
Un beso muy grande a mi hijo, quien a pesar de que lo sabe todo, en ocasiones todavía escucha a su madre. Y la canción, porque para los dos tiene un significado, para mi hijo y para mi.
La vida y su infinita ignorancia, porque no. Vestida en la arrogancia dulce de quienes sufren de ella como antes lo hicieron otros verdad?
Un beso para esa joven mama y un abrazo para quien cambiara su forma de pensar, pues todo llega.